LA SUBLEVACIÓN GENERAL DE LOS INDIOS 1780-1782


1. Antecedentes

La sublevación general de indios de 1780 fue resultado de un largo proceso de rebeliones. Si bien existieron movimientos subversivos durante el siglo XVII, fue en el siglo XVIII cuando se presentaron con mayor frecuencia y con objetivos más definidos.

El siglo XVIII está lleno de acontecimientos políticos y económicos de trascendental importancia. Es el siglo de la identidad americana diferenciada de lo europeo: criollos y mestizos sienten esa identidad y nunca como hasta ese momento surge el distanciamiento político y, en las últimas décadas, el deseo de independencia.

Tanto la línea criolla como la indígena tienen en común el odio al europeo; pero, mientras los unos buscan un cambio fundamentalmente político, los segundos accionan por un cambio de las estructuras económico-sociales.

En la Audiencia de Charcas hay movimientos criollos en la década del 70 contra el sistema aduanero; los movimientos indígenas, en cambio, más violentos, se dirigen contra el tributo, el reparto comercial, la mita.

Se calcula que un centenar de revueltas y rebeliones agitaron el Virreinato del Perú y la Audiencia de Charcas entre 1700 a 1780.

Este hecho demuestra que la gran sublevación de 1780 no fue casual ni eventual, sino resultado de un proceso lógico de oposición al sistema.

Sin embargo, todas las rebeliones anteriores a 1 780 fueron de carácter local y de objetivos limitados. Surgieron después líderes indígenas, como José Gabriel Condorcanqui en el Cusco, los Catari en Chayanta, Túpac Catari en La Paz y Santos Mamani en Oruro.

2.- Las causas

La población nativa fue sometida económica, social y culturalmente. Las obligaciones principales eran el tributo, la mita, los obrajes, las pensiones eclesiásticas, a las que se añadió, en el siglo XVIII, el reparto mercantil. En otras palabras, el poblador nativo estaba obligado a entregar el excedente de su fuerza de trabajo (mita,obrajes) y el excedente de su producción (tributo, reparto).

La mita fue el episodio más dramático y complejo de la historia social colonial. La primera característica de la mita es la de un trabajo por turnos. La segunda es que es un trabajo forzoso; pero, a diferencia de la esclavitud, se reconoce por ese trabajo un jornal.

Otra obligación a la que estaban sometidos los indios era el tributo indígena que era un reconocimiento de vasallaje. Desde el punto de vista económico, era una renta pagada a la Real Corona y era solamente aplicable al indio.

El cobro del tributo dio ocasión a prácticas abusivas y a múltiples excesos; por eso, uno de los objetivos centrales de la sublevación fue su supresión; pero, como causa esencial de los acontecimientos de 1780-81, tuvo menos intensidad que el reparto forzoso de mercaderías.

También fueron causa de la sublevación los obrajes, donde los había, y los servicios personales a la iglesia y al corregidor; pero el combate contra el reparto fue mucho más vigoroso. Tanto así que la Corona, a pesar de su victoria militar contra la sublevación, decidió eliminarlo.

El reparto cambió en gran medida el sistema económico colonial temprano, rompiendo con dos limitaciones: "la primera, la disponibilidad de mano de obra y la segunda, la limitación del mercado interno". Estas "limitaciones" se rompieron repartiendo forzosamente mercancías a los indios (así se expandía el mercado) y éstos, para pagarlas, estaban obligados a vender sus productos y su fuerza de trabajo a mineros y hacendados (así se expandía la utilización de mano de obra).

Contra el sistema del reparto se señalaban principalmente cuatro grandes abusos: la inutilidad de mercancías, la cantidad excesiva de cada mercadería, el sobreprecio exagerado y la extorsión y violencia con que se repartían.

3.- Los acontecimientos; Cataris y Amarus

En la década de 1770, los conflictos locales aumentaron en frecuencia y en intensidad. En Sica Sica, los indios mataron al teniente de corregidor en 1770, como culminación de una rebelión claramente identificada contra el reparto de mercaderías. Lo mismo sucedió al año siguiente en la provincia de Pacajes. También se produjeron sangrientos disturbios en Condo Condo.

El cobro fraudulento y excesivo de los tributos, llevaron a Tomás Catari a movilizarse para recuperar sus prerrogativas. Catari era un curaca pobre, analfabeto, aymara y agricultor.

La querella tropezó con un sinnúmero de dificultades y de dilaciones. Después de un año de inútiles insistencias, Tomás Catari decide su famosa marcha a Buenos Aires. En diciembre de 1778, Catari consigue que el Virrey Vertiz ordene la investigación del caso y promesas que Catari dará por realidades, como la rebaja del tributo.

Catari, sin abandonar las formas legales, inicia la resistencia pasiva. Se detiene a Catari, pero un amotinamiento logra su libertad, en mayo de 1779.

A los pocos meses, mientras el proceso continuaba lentamente, Catari es detenido nuevamente en junio de 1779; esta vez, la detención durará varios meses.

En junio de 1780, el persistente cacique insiste en la vía legal; va en persona a la Audiencia de La Plata y su escrito es respondido con una nueva orden de detención.

La influencia de Catari llegaba hasta las provincias vecinas de Paria y Porco; pero todavía no había brotes de violencia, hasta que las provocó el propio corregidor Joaquín Alós. El día de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1780, día tradicional de concentración indígena por la salida de los mitayos, fue aprovechado por el corregidor, acompañado por un considerable cuerpo de milicias, para cobrar sus excesivos repartos.

El cacique Tomás Acho, a dos días de iniciada la feria, usó de la ocasión para reclamar por la libertad de Catari. La respuesta del corregidor fue matar a Acho, lo que desencadenó la violencia contenida. Pese a la diferencia de armamento, la victoria se inclinó a favor de los comunarios, quienes lograron apresar al corregidor. Pese al cambio del corregidor Alós, la rebelión continúa y el liderazgo de Catari va en aumento. Un segundo éxito de los rebeldes es el sitio a la ciudad de La Plata, en septiembre de 1780.

La provincia de Chayanta estaba totalmente dominada por los rebeldes.

En el otro gran centro de la rebelión, la provincia de Tinta (Kanas y Kanchis), cercana al Cusco, José Gabriel Condorcanqui, Inca Túpac Amaru II, reconocido por todos los rebeldes como el máximo caudillo, empezó su lucha, al igual que Tomás Catari, con reclamaciones pacíficas.

A diferencia del curaca de Chayanta, Túpac Amaru, curaca de Tungasuca, era rico, quechua, y refinado. Miembro de la nobleza imperial, tenía una hacienda y estaba dedicado al comercio y al transporte. Educado en la escuela de caciques del Cusco, hablaba perfectamente el castellano.En forma similar al caso de Chayanta, la rebelión se inició en un día festivo, el sábado 4 de noviembre, Túpac Amaru tomó prisionero al corregidor Arriaga, llevándolo como tal a Tungasuca. Posteriormente fueron capturados los principales colaboradores del corregidor.

Libre el camino, Túpac Amaru tomó la capital del corregimiento: Tinta. Paralelamente lanzó una convocatoria a todos los caciques para que se presentaren en Tungasuca, donde presenciaron la ejecución del corregidor, el día l0 de noviembre de 1780.

Un primer obstáculo que encontró Túpac Amaru fue la división profunda que se presentó entre los caciques. Unos se plegaron a la sublevación y otros se opusieron abiertamente.

La reacción realista frente a la rebelión, cuyo principal centro era el Cusco, contaba, además de las tropas oficiales reglamentarias, con milicias criollas y mestizas y tropas de indígenas, dirigidas por caciques fieles al rey, como Mateo García Pumacawa.

El 14 de noviembre la junta de guerra del Cusco ordenó iniciar la ofensiva contra el foco rebelde y partió una tropa, al mando del corregidor Cabrera, con mil quinientos hombres. El 17 de noviembre las tropas represivas llegaron a Sangarara. Al mismo tiempo, Túpac Amaru avanzaba sobre la misma localidad.

Los rebeldes tomaron la iniciativa y atacaron a las tropas oficiales, que estaban atrincheradas en la Iglesia. Después de intimarles rendición, a la que recibieron respuesta negativa, comenzó la batalla. Tras seis horas de lucha, el ejército realista fue completamente derrotado y muerto quien lo comandaba.

En el Cusco la situación política era tensa. Se presentaron criollos, que plantearon clandestinamente la posibilidad de colaborar a Túpac Amaru, pero fueron minoría.

Los corregidores de los alrededores fueron concentrados con hombres y víveres en la ciudad, porque la junta de guerra determinó quedarse en la ciudad, hasta la llegada de las tropas auxiliares, que venían desde Lima.

En diciembre de 1780 Túpac Amaru inició el avance hacia las provincias sureñas del Cusco, con el objetivo de dominar toda la zona conocida como "El Collao", vale decir, el altiplano, parte del cual estaba en la jurisdicción de la audiencia de Charcas, hoy Bolivia.

Su objetivo también era tomar la jurisdicción de Arequipa y llegar hasta la costa. Dividió sus fuerzas en dos. Una dirigida por él, que marchó al sur, mientras su primo hermano Diego Cristóbal dirigió a otros hacia el norte.

Por tanto, a fines de diciembre de 1780, existían dos focos rebeldes claramente delimitados; Chayanta en el Norte de Potosí y el foco liderizado por Túpac Amaru que dominaba todo el sur del Cusco hasta el noroeste del lago Titikaka.

A diferencia de los éxitos de los dos últimos meses de 1780, el primer mes de 178 1 fue signado de contrastes para los rebeldes. Los más significativos fueron el frustrado intento de tomar la ciudad del Cusco y la muerte de Tomás Catari.

Túpac Amaru recibió la noticia de que se preveía un ataque contra Tinta, por lo que resolvió adelantarse con una expedición contra el Cusco. El primero de enero de 1781 tomó la población de Urcos, ya muy cerca de la capital incaica.

Al día siguiente era dueño de los alrededores de la gran ciudad; el 3 de enero intimaba rendición y en los días sucesivos intentó la toma; pero fracasó en su intento.

El 6 de enero Pumakawa tomó la fortaleza de Sacsahuaman, con lo que la situación de los rebeldes se complicó. Esto determinó que el 10 de enero, tras un cerco de ocho días, Túpac Amaru inicie la retirada. A partir de ese momento los realistas tomaron la iniciativa.

4.- Mientras tanto en Chayanta

En el foco de Chayanta, Tomás Catari agotaba gestiones de paz a cambio de la supresión del reparto mercantil. La respuesta fue su último apresamiento.

Esto motivó el primer ataque organizado que, según el cálculo de Nicolás Catari, fue protagonizado por 4.000 alzados que pedían la libertad de su caudillo. Pero éste fue entregado engañosamente al nuevo corregidor Acuña, quién, camino a la sede de la Audiencia, lo mandó arrojar a un precipicio en la cuesta de Chacaquila, provincia de Yamparáez. La muerte fue presenciada por varios indios, que inmediatamente vengaron a su curaca, dando la misma muerte al corregidor.

Esto sucedió el 15 de enero de 1781. A partir de ese momento, la sublevación de Chayanta se tomó mucho más violenta. Los hermanos de Tomás, Dámaso y Nicolás, tomaron el mando y su primera acción militar fue la toma del asiento minero de Aullagas.

Al mismo tiempo, a mediados de enero, brotaba el tercer foco rebelde en el altiplano central de Charcas. Las dos provincias aledañas a la ciudad de Oruro; Paria y Carangas, se sumaron a la sublevación general, influidos por los sucesos de Chayanta y reconociendo a Túpac Amaru como el máximo líder.

En Paria, su corregidor Manuel de la Bodega repartió mercaderías desde 1777 en mayor cantidad y a mayor precio del que le permitía el arancel. Bodega, presionado por sus deudas y dispuesto a imponer su autoridad, decidió hacer respetar los nombramientos que había hecho y cobrar los repartos por la fuerza. Reclutó entre 60 y 80 hombres bien armados. La tropa llegó a Challapata el l2 de enero. Su primera tarea fue prender a Santos Mamani, alcalde anterior de Challapata, acusado de ser principal instigador y de actuación relevante posteriormente; luego apresaron al curaca Lope Chungara y al alcalde Canaviri. En seguida revisaron casa por casa y prepararon una nueva entrega de mercaderías. Pero el lunes 15, multitud de indios bajaron de los cerros y rodearon el pueblo.

A poco se dio el combate, que duró tres horas. Vencieron los sublevados. El corregidor fue mandado a degollar por mano de su mismo esclavo. Por la actitud conciliadora del curaca Chungara, el resto de la tropa fue perdonada.

Lo sucedido en Challapata fue el primer hecho de la sublevación en la zona. Otros pueblos. Como Condo Condo y Sora Sora, se sumaron a la sublevación.

A pocos días de los sucesos de Paria, el corregidor de Carangas, Mateo Ibáñez de Arco, corría la misma suerte que su colega de Paria.

En pocos días casi todo el altiplano central estaba en poder de los rebeldes. Todos estos hechos alarmaron a las autoridades y vecinos de Oruro, que tenían la plena seguridad de que el próximo paso de los rebeldes era atacar Oruro. Se organizaron las milicias de defensa; pero, a diferencia de otras ciudades, el odio entre europeos y criollos pudo más que el temor al indio.

La poderosa aristocracia minera criolla encabezada por los hermanos Rodríguez, los Herrera, Diego Flores y otros, que controlaban gran parte de la economía de la zona, traslució su poder económico en poder político concreto: el dominio del gobierno local de la Villa de Oruro.

Al anochecer del 10 de febrero se inició el alboroto. La "plebe", conformada por los trabajadores de las minas, los artesanos, los indios del Barrio de la Ranchería y los pequeños comerciantes, fue la principal protagonista.

A esa plebe enardecida se sumaron los milicianos, entre los que sobresalió Sebastián Pagador.

Los europeos se refugiaron en una casa de la Plaza del Regocijo. El combate duró toda la noche hasta el amanecer. Terminó con la victoria del pueblo orureño. A instancias del cura Vicario de la Villa, Jacinto Rodríguez fue aclamado por el pueblo como el nuevo Justicia Mayor.

Uno de los argumentos que más utilizaron los europeos para probar su acusación en sentido de que criollos e indígenas estaban aliados contra los europeos.

Cuando las tropas desordenadas de rebeldes indígenas ingresaron a la Villa a partir del 11 de febrero, lo hacían con miras diversas: ayudar a los criollos en su tarea de eliminación de los europeos, saquear sus bienes, consolidar el gobierno de los Rodríguez en la perspectiva que era el paso para establecer el gobierno de Túpac Amaru.

Durante los días que duró la alianza, todos, mujeres y hombres, se vistieron de indios; pero la alianza duró pocos días. La incertidumbre de la población criolla y mestiza, que comenzaba a ser víctima de entregas de dinero y de bastimentos para la mantención de las tropas indios, y la exigencia de éstas para que se les devuelva lo que habían tributado el semestre pasado produjeron el primer enfrentamiento importante, cuando los indios intentaron tomar las Cajas Reales y las tropas urbanas los rechazaron.

Víctima de ese primer choque fue Sebastián Pagador, quien en defensa de las Cajas Reales, mató a uno de los indios atacantes. Tomado prisionero por los indios fue llevado ante Rodríguez, quien, camino a la cárcel fue ultimado por sus captores.

Dado el rompimiento, las autoridades criollas buscaron una vía pacífica para lograr la salida de los indios, el único camino fue devolverles parte del tributo.

Santos Mamani tomó el mando de Challapata, lo que significaba el mando de toda la rebelión en el altiplano central. Sin embargo, por diferentes puntos de vista y por falta de coordinación, los rebeldes actuaron en dos líneas separadas. Los de Challapata y Sica Sica, más claros en sus objetivos estratégicos y seguidores de la línea Túpacatarista, buscaron el no rompimiento con los criollos. Los del norte, comunidades más pobres como Challacollo o Sillota, consideraban como su primer objetivo la destrucción de Oruro y otras ciudades.

En los primeros días de marzo, los rebeldes del sur de Oruro tomaron violentamente el centro minero de Sora Sora y la capital de la provincia Poopó, llegando a Machacamarca el 9 de marzo. Ese mismo día, sin coordinación alguna, los del norte fracasaron en su primer intento de tomar la Villa. A pocas horas de esa derrota se reunieron en Machacamarca los jefes del norte con Santos Mamani. Aquellos le exigieron venganza; sin embargo, el jefe de Challapata, antes de ejecutar la empresa decidió escribir a los hermanos Rodríguez. En las cartas insta a los vecinos de la Villa a capitular. La respuesta inmediata de Jacinto Rodríguez convenció de tal manera a Santos Mamani que decidió no continuar su empresa contra Oruro y concentrar todas sus fuerzas para vengar el incendio de la comarca de Quirquiavi, situada en la quebrada de Arque.

Precisamente en febrero, las dos provincias de Cochabamba, vecinas a Oruro; Tapacarí y Arque, se sumaron a la rebelión. El domingo de carnaval, los indios de Tapacarí degollaron en la misma iglesia a españoles, incluyendo a varios niños, continuando la matanza hasta el miércoles de ceniza. La represión organizada, sobre todo en Quillacollo y Cochabamba, fue igualmente violenta, con igual o mayor matanza y con incendio de varios pueblos.

Esto explica la preocupación de Santos Mamani de apoyar a sus hermanos de la quebrada; pero su campaña en Arque resultó un fracaso que le ocasionó muchas bajas y desmoralización en sus tropas.

Así, a principios de abril, el foco rebelde del altiplano central y de las quebradas aledañas estaba completamente apagado.

Los meses de febrero y marzo también fueron activos en el frente de Chayanta, donde una cadena de levantamientos sucedieron a la muerte de Tomás Catari, y que culminaron en el cerco de la ciudad de La Plata. Dámaso Catari se ubicó en los cerros de la Punilla el 14 de febrero, al mando de 7.000 indios, reclamando fundamentalmente que se ejecute lo que Tomás Catari había conseguido en Buenos Aires.

El 20 de febrero las tropas defensoras de la ciudad, comandadas por Ignacio Flores, lograron derrotar a los rebeldes, éstos, a los cuatro días, intentaron un nuevo ataque; pero también fueron vencidos.

La retirada no fue desordenada. Dámaso tomó algunas haciendas y consiguió en el camino adhesiones; pero el ofrecimiento de perdón para la masa y recompensa para la entrega de los cabecillas debilitó la lealtad rebelde y así indios de Machaca y Pocoata ayudados por el cura de este pueblo, traicionaron y entregaron a Dámaso, su mujer y una treintena de jefes a las autoridades de la Audiencia, el l° de abril. Su hermano Nicolás, que había liderizado la sangrienta sublevación de Pitantora, corrió igual suerte. Ambos fueron ejecutados el 27 de abril y 7 de mayo, respectivamente.

Antes de la derrota del frente de Chayanta surgieron otros focos rebeldes en el sur de la Audiencia. En marzo se plegaron a la sublevación general varias poblaciones importantes de las provincias de Chichas, Porco, Lípez y Atacama. La más importante de esas sublevaciones fue la del centro minero de Chocaya, liderizada por los hermanos Calavi y en la que intervinieron directamente emisarios de Túpac Amaru y de Dámaso Catari.

Antes de la derrota del frente de Chayanta surgieron otros focos rebeldes en el sur de la Audiencia. En marzo se plegaron a la sublevación general varias poblaciones importantes de las provincias de Chichas, Porco, Lípez y Atacama. La más importante de esas sublevaciones fue la del centro minero de Chocaya, liderizada por los hermanos Calavi y en la que intervinieron directamente emisarios de Túpac Amaru y de Dámaso Catari.

Igualmente significativa fue la sublevación mestiza-india de Tupiza, que fue rápidamente sofocada. Todas estas sublevaciones ligadas a problemas de explotación de minas fueron violentas y produjeron la muerte de varios españóles.

En los mismos días se sublevó la capital de la más sureña de las provincias de la Audiencia de Charcas: Atacama. El 12 de marzo, un buen contingente de indios iniciaron la sublevación en San Pedro, tomando preso al ayudante del corregidor y bajo la consigna de que se apliquen de inmediato las leyes que Túpac Amaru había dictado en favor de los indios. El corregidor huyó y los rebeldes atacameños dominaron la situación durante el mes de marzo, convencidos de que se había iniciado una nueva era de justicia. La rebelión llegó a su parte más activa a fines de marzo con la llegada del Capitán General Túpacamarista Tomás Paniri y la relación con los caciques de Lípez, quienes, a nombre de Dámaso, incitaron a los atacameños a proseguir la sublevación. Pero, en abril, la acción Militar de los vecinos de la provincia lograron la pacificación de la provincia. Ahora es necesario referir lo que sucedía en el foco del norte, capitaneado directamente por el Inca.

El 23 de febrero llegó a Cusco el grueso del ejército realista enviado desde Lima por el Virrey. Unidos con los otros refuerzos llegados de las provincias y las tropas del Cusco prepararon la ofensiva contra Tinta.

El 4 de marzo salieron las tropas de represión del Cusco conformada por peninsulares, criollos, mestizos e indios fieles a la corona, cuyo principal jefe auxiliar era el cacique Pumakawa. El primer enfrentamiento se dio el 19 de marzo, la victoria fue de los realistas, muriendo en combate de los principales lugartenientes del Inca.

Las diferentes columnas de reacción fueron obteniendo viciorias parciales. Finalmente el 28 de marzo, cerca de Tungasuca, se produjo la cruenta batalla final. La superioridad del armamento fue la principal determinante para la victoria realista. El Inca logró huir; pero 67 de sus colaboradores fueron mandados a la horca.

Al igual de lo sucedido con los caudillos de Chayanta, el ofrecimiento de perdón y de recompensa provocó la traición en las filas del Inca, el mestizo Francisco Santa cruz otrora su colaborador, lo tomó preso el 6 de abril. Mientras tanto otro traidor, Ventura Landaeta, capturó a Micaela Bastidas y a sus dos hijos. Paulatinamente fueron cayendo otros jefes rebeldes, entre ellos la famosa cacica de Acos.

5. Julian Apaza y la Virreina

Julián Apaza, a diferencia de Tomás Catari y de Túpac Amaru, no era curaca. Era un indio del común, tributario de Sulkawi, ayllu de Ayo Ayo; comerciante de coca, al parecer también fue sacristán. Su compañera y también principal cabecilla de la sublevación, Bartolina Sisa era natural de Caracato y también india del común. Para adquirir una mayor presencia en la masa rebelde y como homenaje a los jefes máximos de la sublevación, Apaza adoptó el nombre de Túpac como Jose Gabriel y Catari como Tomás. Actuaba en nombre de ellos y en nombre de Dios, esa vinculación a la nobleza indígena y su actitud mesiánica contribuyeron a consolidar su natural carisma.

El campo paceño ya se encontraba en tensión desde principios de año. El comandante de La Paz, Sebastián Segurola, construyo fortificaciones desde enero ante la inminente rebelión. Pero fue recién en marzo cuando los hechos se precipitaron. Las provincias vecinas a La Paz; Pacajes, Omasuyos y especialmente Sica Sica, se sublevaron Comandados por Julian Apaza, Segurola no se animó a reprimir esas sublevaciones y solo pudo organizar dos sangrientas expediciones a Viacha y Laja. En Viacha, según la propia versión de los diarios de jefes militares realistas, se pasaron a cuchillo 300 indios y en Laja, al encontrarse el pueblo abandonado, se incendiaron todas las casas.

Esto, en lugar de escarmentar, enardeció los ánimos y el 13 de marzo se inició el cerco a la ciudad de La Paz. El primer cerco duró 109 días hasta el 30 de junio. Peninsulares, criollos y mestizos se pertrecharon detrás de las murallas. En cambio, los tres barrios de indios; San Pedro, Santa Bárbara y San Sebastián, que estaban en los extramuros, cayeron bajo poder rebelde.

Los rebeldes se posesionaron de todos los cerros circundantes, pero sus principales centros de dirección los tenían en El Alto y en Pampahasi. Se calcula que 12.000 indios mantuvieron el cerco y que los sitiados sumaban aproximadamente 20.000 habitantes.

Durante los 109 días de cerco se produjeron muchas acciones militares. Por un lado, los sitiados intentaron romper el cerco en una veintena de oportunidades.

Por el otro lado, tampoco los sitiadores lograron tomar la ciudad, pese a sus múltiples intentos. La diferencia de armamento, lo inexpugnable de las murallas y la acción infiltrada del criollo Mariano Murillo, que desviaba los tiros de los pedreros, ocasionaron este revés. Murillo, cuando fue descubierto por los indios, fue mutilado y enviado así a la ciudad donde murió a poco tiempo.

Los rebeldes no pudieron tomar la ciudad y los sitiados no pudieron ni siquiera recuperar los barrios cercanos de San Pedro y Santa Bárbara. Estaban los unos muy cerca de los otros y por ello el enfrentamiento verbal fue tan duro como el armado.

Túpac Catari y la "virreina" Bartolina Sisa bajaron y se hicieron ver por los sitiados en varias oportunidades. El 31 de marzo, por ejemplo, bajó Túpac Catari con "mucha pompa, en medio de clarines, repiques, genuflexiones y aplausos". Unas veces se lo vio vestido a la usanza de los incas con un sol en el pecho, otras a la usanza epañola. En una de las ausencias de Catari a las provincias, apareció Bartolina ocasionando un sangriento combate. Pese a los esfuerzos, los sitiados no lograron prenderla y perdieron 50 españoles.

Durante el sitio, Túpac Catari no descuidó el apoyo a las provincias aledañas. Su área de influencia llegó hasta Caracollo (a 40 Km. de Oruro) y hasta Puno. A pocos días de iniciar el cerco de LaPaz, tomó Juli y Chucuito e inició el cerco a Puno.

Varias veces se intentaron entablar conversaciones; pero el comandante Segurola se negó aceptar las condiciones de paz de los rebeldes: entrega de los 4 corregidores provinciales refugiados en la ciudad y de los hacendados y aduaneros; de las armas de fuego, derrumbe de trincheras y sobre todo que se reconozca a Túpac Amaru como Rey.

A principios de mayo, la rebelión también prendió en los valles de Larecaia, frontera del altiplano con la selva. Andrés Túpac Amaru, joven sobrino del Inca, y su amante, Gregoria Apaza, hermana de Julián, iniciaron el cerco a Sorata.

Las tropas realistas se dividieron en dos. La del Virreinato de Lima no logró pasar de Puno y tuvo que volver a fines de mayo muy disminuida al Cusco. La del Virreinato de Buenos Aires, reclutada principalmente por el Comandante de la ciudad de La Plata, Ignacio Flores, logró finalmente romper el cerco a La Paz el 30 de junio.

La entrada de Flores a la ciudad no significó una derrota de los rebeldes, quienes no presentaron batalla y se replegaron tácticamente. Las tropas de Flores permanecieron en la ciudad hasta el 5 de agosto. Durante esos días los paceños se rendían, pero el grueso se mantuvo en la insurrección. Incluso los rebeldes lograron tomar prisionero al presbítero Rojas, a quién ofrecieron en canje por Bartolina. A poco la indisciplina cundió en la tropa de auxilio; muchos soldados reclutados en Cochabamba desertaron y así Flores se vio obligado a dejar la ciudad bajo promesa de pronto retomo.

Agosto fue nuevamente un mes de victorias rebeldes: se instalaba el segundo cerco a la ciudad de La Paz y Sorata caía bajo su poder. La estrategia de una inundación terminó finalmente con tres meses de resistencia: todos los peninsulares fueron muertos y criollos y mestizos fueron perdonados.

Andrés Túpac Amaru y Miguel Bastidas, convencidos en la línea más americanista del Inca, influyeron para que se buscara la alianza con los criollos; éstos recibieron varias cartas de los rebeldes, llamándolos a plegarse al movimiento que “les competía tanto a ellos como a los indios". Los criollos no se plegaron y la lucha continuó siendo sobre todo una lucha del campo contra la ciudad. Los amarus se ubicaron en la parte oeste (El Alto) y los cataris en el este (Pampahasi).

Los dos meses y días que duró el segundo cerco fueron llenos de enfrentamientos militares; el intento más serio que protagonizaron los rebeldes para tomar la ciudad se dio el 12 de octubre, cuando procuraron inundarla a la manera de Sorata. El intento fracasó, pero causó innumerables daños y pánico en los sitiados.

La falta de víveres era el peor enemigo de los sitiados. Las mujeres se arriesgaban a salir fuera de las murallas a comprarlos en los mercaditos indígenas que se instalaron en los extramuros; por eso, la mayoría de las cautivas eran mujeres.

Finalmente llegó el Coronel José Reseguín a mediados de octubre, al mando de 7.000 hombres y con suficientes alimentos para aliviar a los sitiados. El segundo ejército venía decidido a terminar con los cataris. De inmediato se iniciaron las persecuciones bajo la consigna de "exterminio de los más contumaces y el otorgamiento de perdón a los demás". Esto último, como había sucedido en los otros focos rebeldes, repercutió inmediatamente en el ánimo del ejército rebelde, sobre todo después de sucesivas derrotas militares.

El 27 de octubre la represión mata a más de 400 indios persistentes en la localidad de Achocalla. Lo que quedaba del ejército rebelde se replegó a la localidad de Peñas. A más de Túpac Catari se encontraba Miguel Bastidas, cuñado del Inca. Reseguín tuvo conversaciones con éste sobre el indulto y el perdón; pero, finalmente, la traición precipitó el final. Los indios de Chinchaya capturaron a Túpac Catari y lo entregaron a Reseguín.

Después de ser torturado, Túpac Catari murió descuartizado en la plaza de Peñas el 13 de noviembre. También cayeron prisioneros Miguel Bastidas, que se acogió al indulto, y Gregoria Apaza. La tradición oral de los aymaras repite que lo último que el virrey rebelde afirmó fue: "Volveré hecho millones".

Algunos focos rebeldes se mantuvieron en algunas provincias pero las más fueron recuperadas por los realistas. Diego Cristóbal, el último gran jefe, se rindió en Sicuani, aceptando el indulto el 26 de enero de 1782. Algunos caudillos menores continuaron hostigando y conspirando. El caso más interesante es el de Pascual Cuqui, indio de Apolobamba, que, a nombre de Diego Cristóbal, agitó a los pueblos de Apolo, Tumupasa, Ixiamas, Reyes y amenazó con sumar a la sublevación a los indios de las Misiones de Moxos, Baures y Chiquitos. La agitación en la región selvática del norte duró desde enero a mayo de 1782, pero no pasó de la amenaza.

Los procesos a los líderes rebeldes continuaron; Bartolina Sisa y Gregoria Apaza fueron ahorcadas el 5 de septiembre de 1782. Diego Cristóbal y sus principales colaboradores fueron descuartizados en la plaza del Cusco el 19 de julio de 1783. Los niños sobrevivientes de la familia real inca fueron desterrados a España, a fines de ese año. El hijo de Túpac Catari, casi ya adolescente, murió en extraño accidente.

El indulto general no comprendió a los criollos de Oruro. Una treintena de los más representativos fueron tomados prisioneros la noche del 28 de enero de 1784, una vez exterminada la sublevación general. Fueron conducidos a Buenos Aires y allí se inició un proceso que duró veinte años. La prisión rigurosa motivó que la mayoría de ellos murieran en prisión, entre ellos los dos hermanos Rodríguez. Unos pocos fueron absueltos y los tres sobrevivientes, el sargento Quiroz, el abogado Mexía y el vicario Menéndez, fueron enviados a España a finés de siglo. AIIí, al iniciarse el nuevo siglo fueron declarados inocentes. De todos los protagonistas de la sublevación, sólo se sabe que el cura Menéndez pudo vivir la guerra de la Independencia.


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RENE BARRIENTOS ORTUÑO (1919-1969)

El Gral. Barrientos nació en Tarata (Cochabamba) el 30 de mayo de 1919. Ingresó al colegio militar en 1938 de donde egresó en 1943 como subteniente. Inmediatamente después realizó estudios en el colegio militar de aviación “Boquerón”. En 1945 en los Estados Unidos egresó como piloto. Participó en la guerra civil de 1949 en favor del MNR, por lo que fue dado de baja. Se reincorporó con el grado de capitán en 1952.

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CREACIÓN DE LA REPUBLICA BOLIVAR, SUCRE Y EL LIBERALISIMO

Si tomamos en cuenta que según la definición clásica de Estado, Para ser tal se necesita territorio, población y gobierno, Bolivia comienza a ser Estado (por supuesto que no independiente) en 1561 cuando se crea la Real Audiencia de Charcas por decisión de la corona española.